En la actualidad, el mundo se está volviendo tremendamente complejo y está cambiando a pasos agigantados, pues estamos viviendo un ritmo industrial acelerado que no ha podido establecer un orden en la vocación de investigación científica en cualquier área académica.
Es por eso que Andrés Cota Hiriart, biólogo por la UNAM, maestro en comunicación de la ciencia por el Imperial London College y cofundador de la Sociedad de Científicos Anónimos, nos acompañó en esta edición especial para invitarnos a romper con los paradigmas que se tienen de la vocación investigadora, el método científico, la divulgación y comunicación de cualquier ciencia.
Muchas veces no somos conscientes, ni siquiera de los asuntos que nos deben resultar más evidentes y la fuerza del día no podría ser más arriesgada. Al fin de cuentas, se está batallando nuestra propia supervivencia como especie. En esta era que llamamos de la información, pero que en verdad deberíamos llamarla Era de la desinformación, porque nunca había sido tan fácil diseminar nociones falsas y arbitrarias a lo largo y ancho de los cinco continentes…
¿Cuál es la única esperanza para salir airosos de estos retos que se avecinan? Es comenzar a conectar el conocimiento científico con el grueso de la población y hacerlo de modo que este se torne en una parte esencial de nuestra cultura. De otro modo, nos arriesgamos a que la brecha entre ciencia y sociedad se vuelva cada vez más amplia.
Los alcances que tiene una carencia de cultura científica puede ser tan grave y manifiesta la importancia en el hecho de que la gente ni siquiera sea capaz de discernir entre el torrente de información a su alcance pese a las evidencias que hay, como el calentamiento global o movimientos antivacunas que ponen en riesgo la inmunidad colectiva. Sin una cultura científica sólida, los ciudadanos no cuentan con las herramientas necesarias para alzar la voz y disputar tales acciones.
La determinación de que los conocimientos tienen que ser compartidos, intercambiados y puestos a la disposición de todos, y esto haciéndolo de un modo profundamente humanista y rico en aspectos literarios. Hoy en día, sin embargo, esto se ha perdido en los programas de estudio, pero esto no quiere decir que la ciencia deba ser utilitaria, pero sí que pueda ser puesta en perspectiva para que la sociedad comprenda su valía.
Para la población, la ciencia que no es comunicada, es ciencia que no ha sido hecha. Y así, la comunicación de las ciencias necesita una buena apretada de tuercas, ya que necesitamos comenzar a sacar a la ciencia de sus espacios convencionales y colocarla dentro de la oferta habitual de entretenimiento y cultura. Entre más información tenga uno, más certera serán nuestras decisiones del día a día, tanto en los individuos como en las sociedades.